Perdóname Señor, porque contra tí he pecado.
Contra lo más Santo, que eres tú, y contra tu templo he pecado.
Perdóname por tus múltiples misericordias, y sea yo sanado.
Límpiame con tu sangre, y seré más blanco que el algodón;
resplandecerán mis vestiduras como el sol.
¿Qué haré, oh Dios, para no pecar más?
Me dijo una voz: Toda tentación es una burbuja, reviéntala.
Más grande que yo es tal burbuja, y al tocarla con la mano,
me absorbe dentro de ella, en vez de estallar.
Me costó aprender que no la debo tocar.
¿Cómo entonces, oh Señor, la he de reventar?
Tu Palabra es potente para hacer brillar las estrellas,
por ella los cielos llueven, por ella la tierra tiembla.
Por ella serán movidas las bases del mundo,
y los astros su luz ya no darán.
Si tal poder hay en tu Palabra, entonces no voy a callar.
Gritaré al viento y cesará, hablaré al mar y se aquietará.
Y diré al espíritu inmundo: Apártate de mí, Satanás.
Porque toda tentación es una burbuja, y por la Palabra de Dios,
no será más.